"el naufragio de las vidas y de los sueños tiene su correlato en las rupturas plásticas"

La mirada que ahora nos convoca se fija, sin embargo, en una proximidad dramática, como ya indiqué antes, porque nos trae noticias de viajes sin retorno, de barcas quebradas, de zozobra en el mar. Lo ilusorio de ese viento anuncia la tragedia del desencuentro, y aunque en sus obras rara vez aparezca el hombre representado, no cabe duda de que ese desencuentro lo sea entre seres humanos. Los que vienen de África no alcanzan el jardín ideal y el naufragio de la esperanza es evidente. Esta realidad que vivimos tan de cerca es uno de los ejes temáticos que vertebran la muestra, y en ella el naufragio de las vidas y de los sueños tiene su correlato en las rupturas plásticas y en las roturas del propio cuadro; en los rasguños que alcanzan a la composición para hacer más evidente la alarma ante el espectador. Mundos, en fin, en conflicto, en movimiento; inquietud, desazón, agitación espiritual, búsqueda que no cesa, porque en esta ocasión la noche oscura del alma acaso sea, más que nunca, noche herida, noche del alma herida. De ahí que estas escenas de su arte se idearan para el desvelo, para avivarnos la conciencia con alusiones tan sencillas como esas barcas, que nos recuerdan permanentemente el viaje incierto de quienes se acercan y de quienes los ignoramos, porque en ellas, a la postre, vamos todos a bordo.

© José Lupiáñez
Motril, noviembre, 2008